Dreamland

Espacio donde gracias a la todapoderosa web me da la oportunidad y posibilidad de compartir con todos aquellos que lleguen a caer en este blog por azares del destino, escritos, fotos, videos y algunas otras cosas que he realizado sólo o en conjunto con otros cuates. Espero que les guste. Saludos

Hasta que la vida nos separe...

Hasta que la vida nos separe...
Todos los días son día de muertos

29 de marzo de 2016

Ex machina, el engaño de la I. A.




La ópera prima del director Alex Garlant, quien estuvo nominado este 2015 al Oscar por mejor guión, nos sitúa en un futuro al parecer no tan lejano, en el que la tecnología domine la vida del individuo, lo desmemorice de lo que es en esencia, el desligue completo de la realidad que sufre Caleb, interpretado por Domhnall Gleeson, para vivir (sufrir) otra realidad más perversa a través de su empleador Nathan, llevado al cine por el actor Oscar Isaac, un magnate de la tecnología, creador del buscador en internet más usado, y que se encuentra en el proceso de pruebas de uno de los primeros modelos de una humanoide controlada por una inteligencia artificial, producto de la gigantesca base de datos que le da el buscador del que es propietario, proporcionándole la información personal de cada una de las personas que lo utilizan, y con esto desarrollar el cerebro de Ava, interpretada por Alicia Vikander, quien da “vida” a una robot con el rostro y cuerpo de una mujer, la cual debe mantener una serie de sesiones con Caleb; para atenuar esta nueva realidad a la que se enfrentará, Nathan cuenta con una lujosa mansión cerca de una enorme y hermosa cascada, el interior de la residencia esta sellado por puertas controladas por una tarjeta personal, con lo que el millonario controla los sitios a los que Caleb tiene acceso, desarrollando en él la sensación de encierro, de extrañeza y confusión que aumentan exponencialmente conforme se van dando las sesiones, y la relación entre hombre y maquina se comienza a distorsionar. La película fue merecedora del Oscar por sus efectos visuales con la creación de Ava, que con la personalidad de Lolita que le confiere Vikander, logra captar la atención del espectador en el bello rostro y los sutiles movimientos de la actriz, olvidando por un segundo que es un robot con secciones del cuerpo, como las manos, donde es posible ver los cables con los que esta diseñada. La fotografía cumple con su cometido, aunque el trabajo de Rob Hardy tampoco sobresale tanto en ese sentido, las actuaciones son buenas sin llegar a ser sobresalientes (curiosamente este mismo año Alicia Vikander ganó el Oscar por mejor actriz de reparto con su papel en “La chica danesa” de Tom Hooper), la música tampoco juega un gran papel, Alex Garlant opta por crear la atmosfera con efectos sonoros como el sonido de la casada, o los chasquidos que emite Ava cuando se mueve; con esto no quiero decir que la película es mala, todo lo contrario, la cinta es muy buena, pero creo que esa sensación la deja el film en su totalidad, no por méritos particulares, más que con la parte visual que deja ver los pasos agigantados que sigue dando el cine en ese aspecto.

La evolución de las maquinas siempre ha producido temor en el hombre, el control de uno sobre otro va en aumento conforme dependemos cada vez más de ellas para nuestro quehacer habitual, las redes sociales han creado la sensación de estrechez, de cercanía, sin embargo, lo único a lo que han contribuido es al desapego de las personas por la interacción personal, se vuelve cada vez más común ver grupos de personas pegadas al celular que platicando unos con otros, no deja de asombrar que alguien puede estar intercambiando mensajes con una persona que  viva al otro lado del mundo, pero el estar cerca de otra persona, poder estrechar su mano, darle una palmada en el hombro, se va desvaneciendo conforme estas tecnologías ganan lugar en la vida de una persona; esta idea de nuestro futuro cercano es en la que nos sitúa Alex Garlant, un futuro sin escrúpulos, rodeado y amado por la tecnología, admirado y deseado por la misma, dejando siempre la sensación de la amenaza que representa, aunque llenando un vacío de forma desconcertante, desequilibrante, en un lugar maravilloso creado por la naturaleza que se contrapone a la mansión repleta de toda la carga tecnológica desarrollada por el hombre,  donde un hombre intentar crear vida e inteligencia, y  otro intenta llenar un vacío a través del inicio de una enfermiza relación.


21 de marzo de 2016

La habitación; la alentadora relación entre madre e hijo.





La evolución (o involución) del mundo ha ido de la mano de muestras grotescas y atroces de lo que el ser humano es capaz de hacer: guerras, miseria, codicia, dinero, armas, y un larguísimo etcétera llenan la lista de barbaridades, lo peor es que la mayoría de estas perversiones están elaboradas o planeadas por una sola persona, y en algunos casos, subsecuentadas por un grupo de feligreses que apoyan al líder en turno; sin embargo, hay otras que sólo requieren el envalentonamiento de un individuo para cambiar la vida de una persona, de una familia, de una comunidad, e incluso llegar a cimbrar las bases mismas de una nación entera; tal es el caso de esta cinta del irlandés Lenny Abrahamson, “La habitación” (Room, 2015), que nos trae la desgarradora historia de Ma, interpretada magistralmente por Brie Larson, quien con este papel se llevó el máximo premio que otorga la academia norteamericana, el Oscar como mejor actriz; y su hijo Jack, con la también notoria actuación del pequeño Jacob Tremblay. La historia nos sitúa 7 años después del secuestro de Ma a manos de Old Nick, interpretado por Sean Bridgers, y gira en torno a la relación entre madre e hijo, ambos encerrados (encapsulados) en un pequeño cobertizo, en donde el tiempo no tiene ningún sentido, y el único motivo para que Ma siga en pie es el enorme amor que tiene por Jack; educándolo, jugando con él, regañándolo, besándolo, amándolo, compartiendo día a día el encierro y la claustrofobia, mientras el pequeño no tiene idea alguna de lo que existe afuera de esa pequeña habitación, creyendo que el mundo se compone únicamente por lo que tiene a su alcance: sillas, inodoro, mesa, cocina, horno, etc., así como por el amor de su madre, por lo que su imaginación le permite crear; estos momentos de la cinta son los que nos demuestran que un niño es capaz de crear universos tan fantásticos con tan sólo pensarlos, dibujarlos, jugarlos, logrando con su increíble inocencia y amor que su madre no caiga en pánico, que no sucumba, que tenga la fortaleza necesaria para que ambos salgan adelante, hasta que su ella, harta de la situación, planea el escape del pequeñito de la habitación que los mantiene cautivos, y es después de esto que la historia de Jack comienza a tener un nuevo sentido cuando conoce el exterior, el mundo, la grandeza, la abrumadora y desconcertante luz del sol y el calor que emana de él, la gente, y todo lo que creía era una gran puesta en escena en la televisión.
La cinta es desgarradora de inicio a fin, lejos de mostrar los hermosos rostros que rodean la mayoría de las cintas norteamericanas, Abrahamson nos muestra el cansancio, la suciedad, la desesperanza, el dolor, en la cara de Ma, y por el otro lado nos muestra la ternura, la imaginación, la diversión, la inocencia, en el rostro de Jack, los espacios se vuelven minúsculos, las entrañas de la habitación se corroen, se pudren, como la vida de Ma en su interior, aún cuando quiere ser fuerte sucumbe al miedo, al encierro, a la indefensión, a lo inesperado; la fotografía de Danny Cohen cumple a la perfección con estas sensaciones, que nos llegan como atroces planos fuera de foco, de gran tamaño que oscilan entre la podredumbre y la desolación, cuan diferente se sienten los planos exteriores, llenos de luz, mostrando la grandeza perdida, la esperanza que brinda la luz del sol, los grandes espacios, comenzando por la enorme habitación de un hospital y sus gigantescos ventanales que dejan pasar una enorme cantidad de luz proveniente del exterior; la sensación de extrañeza de Jack la refleja también con el foco de la cámara y el deslumbramiento, por la acogedora y protectora sensación de estar cerca del lecho maternal, por los primeros planos del niño en brazos de Ma, el trabajo de Cohen es excepcional y transmite a la perfección la postura narrativa de Abrahamson, creando el tipo de atmosfera adecuado para situación. La misma calidad e intensidad las tenemos en las actuaciones, Brie Larson y Jacob Tremblay se adaptan a la perfección, desde el primer momento hasta el último se siente el vínculo estrecho que sólo una madre e hijo pueden crear, ambos se mimetizan para crear una película lacrimógena, devastadora, arrolladora y entrañable, con sus momentos felices y amargos, como son todas las relaciones humanas, sin dejar a un lado el perdón y el olvido, y la redención que sólo puede alcanzar una madre y un hijo. La música, compuesta por Stephen Rennicks, cumple su cometido y coadyuva a crear esa atmosfera de la que he hablado, creando sensaciones de la mano de la imagen, llevando de la mano al espectador entre el llanto y la felicidad, la conmoción y la admiración, la desesperanza y el amor, haciendo que el film en su conjunto sea una pieza única y con un mensaje devastador pero alentador.
Este tipo de cintas, que recuerdan a muchas otras que se han filmado a lo largo y ancho del orbe (como la mexicana “El castillo de la pureza” que filmó Arturo Ripstein en 1973), muestran uno de los lados más denigrantes y perversos del ser humano, ese lado que da miedo y pavor, que pareciera acechar a la vuelta de la esquina, que se vuelve difícil de entender y explicar, en que momento un hombre toma la decisión de tomar captiva a una chica y encerrarla por años, sin motivos o razones aparentes, que no son producto de la ficción cinematográfica, estos hombres existen, y viven o han vivido a lo largo y ancho del orbe, no son producto de países sub desarrollados, son producto de la sociedad, de las familias desintegradas, de los padres despreocupados por sus hijos, de la falta de valores y orientación, de la desidia y de muchos factores que han desensibilizado al hombre y lo han vuelto una maquina de posesiones, creador y derrochador de dinero, despreocupado por el prójimo y angustiado por el “qué dirán”, “cómo me verán”, llevando a los individuos a competir, consiguiendo que algunos se aparten del “buen camino del trabajo y dinero” y sucumban ante estos poderes, creando bestias capaces de hacer cualquier cosa con tal de llenar vacíos existenciales creados por una sociedad narcisista. Lo alentador, y es el mensaje de la película, es que ante todos estos escenarios desalentadores, el amor verdadero puede existir, la esperanza fluye, como el milagro de la creación en nueve meses en el vientre materno, cosas que deslumbran a más de uno, que motivan a dar todo por una personita que se gesta lentamente, que aún no tiene idea a lo que se va a enfrentar, pero que, a través de la madre, comienza a conocer, una minúscula parte de ese mundo al que se va a enfrentar, creando una relación única, porque la madre lo porta, la madre lo alimenta, la madre lo lleva dentro y esa sensación seguirá, y sólo basta una mirada, un beso, un abrazo, una lagrima para saber el enorme amor que una madre tiene por un hijo, y todo lo que está dispuesta a sacrificar por él.