Dreamland

Espacio donde gracias a la todapoderosa web me da la oportunidad y posibilidad de compartir con todos aquellos que lleguen a caer en este blog por azares del destino, escritos, fotos, videos y algunas otras cosas que he realizado sólo o en conjunto con otros cuates. Espero que les guste. Saludos

Hasta que la vida nos separe...

Hasta que la vida nos separe...
Todos los días son día de muertos

25 de agosto de 2016

Me estas matando Susana; el fallido intento mexicano de adaptar la literatura de onda al cine.





José Agustín es unos de los escritores más reconocidos del movimiento literario conocido como “la onda”, el cual surgió a mediados de los años 60 en México, consistente en la desfachatez del lenguaje, el transgredir el estilo puritano de los escritores contemporaneos y el antagonismo al sistema gubernamental controlado por el PRI; el autor, nacido en Acapulco, Guerrero, cuenta con una obra extensa, parte de la cual ha dedicado al cine, arte al que fue inducido, y seducido, por Angélica María, con quien mantuvo una fugaz relación, y quien protagonizo el único film dirigido por el autor “Ya sé quien eres (te he estado observando)” (1971). En esta ocasión uno de los libros escritos por el prolífico autor guerrerense es motivo de una adaptación cinematográfica a cargo de Roberto Sneider, quien en su filmografía como director tiene dos películas, basadas a su vez, en dos libros de autores mexicanos como “Dos crímenes” de Jorge Ibargüengoitia (la cual se estrenó en 1995), y “Arráncame la vida” de Ángeles Mastreta (estrenada en el 2008); este año se avienta a trasladar “Ciudades desiertas” de la mano de Gael García Bernal, imán taquillero entre el público femenino, quien da vida a Eligio, y la desconocida, al menos en tierras aztecas, Verónica Echegui, quien interpetra a Susana. La cinta gira en torno a la complicada relación entre Eligio y Susana después de que esta decide huir de casa al tener la sensación de estancamiento en con su pareja, a partir de este momento, Eligio decide emprender la aventura de buscar a su mujer en tierras gringas, a donde ella va a tomar un curso de literatura en una universidad de Iowa; al llegar, el protagonista del film se  entera de que su esposa ha estado manteniendo una relación con un poeta polaco e intenta recuperar su amor, punto en el que se desencadena una serie de vaivenes entre la pareja, situando al espectador en una especie de loca y obsesiva persecución de un hombre por una mujer, un retrato, según lo intenta revelar Sneider en alguna parte de la película, del macho mexicano, aunque este “estereotipo” mexicano no tenga ningún acomodo dentro del film, a menos que sea una versión light de lo que en algún momento el propio cine nacional, en su llamada época de oro, nos presentó como la imagen viril e inmutable del masculino azteca.
La película de Sneider sigue los mismos pasos de sus cintas previas, una traslación fidedigna de la obra literaria que representa, lo cual trae consigo una serie de problemas de facto, comenzando por el hecho de que cada una de estas artes alberga universos, estilos, narrativas, recursos, y un gran etcétera disímiles unos de otros, el hecho de presentar una obra tal cual es en el libro en el cine, pierde, en el camino, la esencia del mensaje del autor, una crítica al proceder del hombre mexicano, enajenado por la idea de una mujer servil y fiel; este retrato se pierde en el protagonista, Gael le imprime un aire más caricaturesco al personaje que interpreta, aún cuando se trate de una comedia, el cometido no se cumple, quedando su personificación en un intento patético de actuación, estancándose en papeles que previamente ha interpretado, García Bernal se siente, y se ve, como más de lo mismo, sin exigencia, como si de una charla entre amigos se tratara, regalándonos algunos momentos jocosos que se atribuyen mas a los gastados recursos mexicanos en la comedia: el lenguaje soez, la inverosimilitud de las situaciones, el patetismo del hombre, los gags, etc.; la interpretación de la española Echegui va por el mismo camino, la función de su personaje es ser el ancla de Eligio, su papel co protagónico se siente más bien como de actriz de reparto, con pocos momentos sola ante la cámara, a diferencia de Gael que tiene prácticamente toda la cinta a su disposición, cuestión hasta cierto punto comprensible si tomamos en cuenta que es él quien se lanza en la búsqueda de ella; sin embargo, aquí confluye esa idea de traslación fiel, en la que tal vez, un guionista más experimentado, pudo explorar un poco más el punto de vista femenino, ya que, a lo largo del film, nunca se dan las razones por las cuales ella huye de casa.

Dentro de los apartados técnicos la película no ofrece nada nuevo, lo único rescatable que encontré fue escuchar “Distante instante” de Rodrigo González, una especie de luz en túnel bastante oscuro que no tiene salida; en cuanto a la propuesta visual, hay series de televisión que explotan mejor los recursos cinematográficos que esta película, después de haber rodado una película de más presupuesto, como lo fue “Arráncame la vida” se esperaría que Sneider tuviera una visión más estética del llamado séptimo arte, sin embargo, se relaja con una película de estilo mas “indie”, a menos que sea una aventura independiente, como lo hizo Sam Mendes, cuando rodó, entre “Revolutionary Road” (2008) y “007: operación Skyfall” (2012), “Un lugar donde quedarse” (2209), dudo mucho que sea ese el caso ya que la adaptación de Mastreta tiene 8 años que se estrenó en cines. Dos películas se han estrenado en esta década basadas en la obra de José Agustín, “Abolición de la propiedad” de Jesús Magaña Vázquez, estrenada en el 2012 (de la cual también hice una reseña), y la cinta que da pie a este artículo, ambas etiquetadas como propuestas del nuevo cine mexicano, tomando senderos arriesgados como en el caso de la primera película, que quiere optar por propuestas arriesgadas al estilo de “Dogville” de Lars Von Trier con pobres resultados; es bastante lamentable que, a la fecha, no se haya hecho ninguna película que haga honor a la obra del gran autor acapulqueño aún con vida, su obra merece más que bosquejos juveniles e intentos fallidos de comedias patéticas, su obra merece un lugar histórico dentro del cine nacional, un lugar que sea la onda como el género del que fue precursor, un lugar emérito por haber sido uno de los guerreros que no necesitaron armas para oponerse al sistema, sólo una pluma y una gran imaginación, un hombre que formó parte del movimiento contracultural que detonó el enojo y brutalidad del sistema, pero que a la vez consiguió nuevos caminos de expresión, así como la liberación juvenil en una época de gran represión. El cine nacional aún tiene una deuda muy grande con uno de los grandes representantes y defensores de la literatura mexicana, tendrá que esperar su homenaje hasta que de una de las “Ciudades desiertas” surja el talento que lo lleve a la cúspide que como autor ya alcanzó.