Dreamland

Espacio donde gracias a la todapoderosa web me da la oportunidad y posibilidad de compartir con todos aquellos que lleguen a caer en este blog por azares del destino, escritos, fotos, videos y algunas otras cosas que he realizado sólo o en conjunto con otros cuates. Espero que les guste. Saludos

Hasta que la vida nos separe...

Hasta que la vida nos separe...
Todos los días son día de muertos

8 de marzo de 2013

The master, el cambiante oficio de la charlatanería para dilucidar la naturaleza humana.





Paul Thomas Anderson se ha caracterizado por ser un director que trabaja en proyectos muy concienzudamente, su carrera en Hollywood inicia a mediados de la década de los noventa con “Hard eight, Sydney” (1996) pero fue “Booggie nights” (1997) la cinta que lo catapulto al estrellato por contar la torcida historia del sexual mundo de la pornografía en la década de los setenta, su tercera película fue “Magnolia” (1999), es en este punto que su obra se vuelve más pensada, esto se nota en los intervalos de tiempo que existe entre una y otra película que ha desarrollado desde entonces, este tercer trabajo vino acompañado de una estrella de Hollywood en ascenso como Tom Cruise, quien participó junto con otros actores que buscaban su lugar en la llamada meca del cine como Julianne Moore, William Macy, John C. Reilly (estos tres primeros repiten con Anderson ya que habían aparecido en “Boogie nights”), Philip Seymour Hoffman, entre otros, en una película de gran calado que entrega actuaciones soberbias de la mayoría de los actores involucrados, una obra que retrata muy bien los males que padece la sociedad norteamericana en cuanto a sus aspiraciones y al famoso sueño americano, que en estos personajes, no termina por cumplirse; su siguiente trabajo viene tres años después con “Embriagado de amor” (2003) en la cual rescata al comediante Adam Sandler cuya carrera actoral no había destacado por los dramas hasta este film, y a Drew Barrymore, quien se hiciera famosa por sus incursiones en “E. T. el extraterrestre” y “Cat´s eye”, así como por sus adicciones que la pusieron en el ojo del huracán durante algún tiempo en la malévola industria del chisme hollywodense; el film que antecede al que da origen a esta reseña también se puede considerar de excelsa manufactura en todos los sentidos, actuación, música, imagen, me refiero a “Petroleo sangriento” (2007) con la portentosa actuación de uno de los mejores actores que actualmente trabajan en grandes obras como lo es Daniel Day Lewis, quien ha sido dirigido por grandes maestros del cine y la industria como Martin Scorsese (Pandillas de Nueva York, ) y Steven Spielberg (Lincoln, 2012), la quinta cinta de Anderson cuenta la época en la que se iniciaron las exploraciones petrolíferas  a cargo de varias familias del sur de los Estados Unidos y como esto se volvió un negocio inmediato; son apenas 6 películas en poco más de 17 años de carrera para este gran director angelino que arroja un promedio de una película casi cada tres años, en una obra que ha ido de menos a más, en la que uno podría pensar cualquier cosa menos que se trata de un hombre de apenas 43 años de edad, muchos directores con más veteranía quisieran tener en su palmarés parte de la obra de este singular realizador que podemos considerarlo como uno de los mejores de su generación.
“The master” fue estrenada el primer mes del año pasado en los Estados Unidos, lamentablemente a México llego un año después, y al parecer el suministro de copias a nivel  nacional hizo que la película llegará a algunas ciudades del interior a finales de febrero, permaneciendo en cartelera apenas un par de semanas, pero dejando a un lado las inconveniencias geográficas de vivir en provincia en un país con una gigantesca urbe centralista, entraré de lleno al tema de la película. La historia cuenta parte de la vida adulta de Freddie Quell, interpretado magistralmente por Joaquin Phoenix, personaje que padece una especie de psicosis y retraso (conforme nos adentramos en la película nos enteramos que su madre ha estado internada en un hospital psiquiátrico), al inicio lo vemos disfrutar el sol junto con otro grupo de jóvenes soldados en una playa, sus arranques enfermos se hacen notar desde este momento cuando se da cuenta que sus compañeros están elaborando una mujer desnuda de arena, al ver esto, el desquiciado Freddie se abalanza sobre la efigie simulando tener relaciones sexuales con ella ante la mirada atónita y de sorpresa de los demás, es desde este momento que Anderson nos comienza a delinear la naturaleza de este personaje, arrojado, sin escrúpulos, explosivo y carente de valores o moral; después de esta sexualmente enfermiza presentación, Freddie es interrogado por un oficial del ejercito con el propósito de saber que “tan dañado” pudo haber quedado después de la guerra, una vez más la naturaleza perversa y trasnochada de Quell vuelven a salir a la luz, esta vez a través de las imágenes del test de Roscharch, consistente en mostrar laminas con distintas manchas de tinta y que sirven para evaluar la personalidad de un individuo, en este caso todas las relaciona con penes y vaginas lo que deja asombrado al oficial que aplica dicho test. Hasta este momento sólo hemos podido ver la vida que el personaje principal lleva en torno a la milicia, sin embargo, Anderson ya nos ha dicho mucho de él, y es a raíz de esto que todo lo subsecuente que veamos no nos asombrará en lo absoluto ya que conocemos de ante mano la naturaleza animal que lo domina, esto puede sonar fácil de hacer pero requiere de gran maestría, en muchos films este tipo de rasgos los vemos a la mitad o cerca del final de un film, muchas veces esto nos desconcierta, en este caso es todo lo contrario, el personaje se nos presenta con absoluta franqueza desde el primer minuto de película, y no va a mayor, sino que la perseverancia en su locura se mantiene estática, no por eso la hace menos violenta o desgarradora, todo lo contrario, y es que los esfuerzos de Freddie por cambiar parecen caer en el vacío, es aquí donde entra Lancaster Dodd, interpretado igualmente de forma magistral por el gran actor Philip Seymour Hoffman, una especie de pregonero místico que anda por los Estados Unidos hablando sobre métodos alternativos a la hipnosis y psicología para poder conocer tanto vidas pasadas como secretos de la humanidad y que a la postre pueden servir para curar alguna aflicción, incluso enfermedades como algunos tipos de cáncer, una especie de Jodorowsky con su psicomagia viajando en caravanas de fieles devotos, un charlatán que se obsesiona con Freddie desde el momento en que lo ve y a quien intenta ayudar a través de su método, sin embargo, conforme transcurre el film, el “maestro” Dodd se da cuenta que todo lo que había escrito es prácticamente inservible, esto a raíz de conocer al dañado Freddie quien a pesar de los escuerzos sigue con esa naturaleza de caballo desbocado, aún cuando Dodd comienza a caer en contradicciones con su método, mismas que son perceptibles por parte de sus seguidores, él sigue fiel a la idea de poder cambiar a su desamparado inquilino, el cual a la postre pareciera ser una proyección de sus miedos o intentos infructíferos de éxito; esta especie de alianza se ve recurrentemente entorpecida por los arranques violentos que tiene Freddie, llevando a ambos a conocer una celda en donde tienen una acalorada conversación, a la confesión de un antiguo amor que el personaje principal tuvo antes de ir a la guerra, un amor virginal con una joven de 16 años a la que Freddy ni siquiera podía ver a los ojos, como si toda la culpa y vergüenza que carga en su conciencia fuera a transmitirse por la mirada, una especie de relación que exculparía al protagonista de  todos sus pecados pero que lamentablemente nunca se podrá concretar; esta serie de eventos hacen que su voluntad vaya flaqueando conforme transcurre el film, el supuesto doctor cada vez más adopta el carácter de lastre para él, aún cuando existe un evidente lazo que los une por encima de la naturaleza indómita de ambos, uno en lo enfermizo de sus actos y el otro en sus métodos poco ortodoxos, uno buscando férreamente controlar sus demonios internos y el otro con la fuerte necesidad de legitimarse a través de su discurso, en una amistad que nació para distanciarse.
La parte técnica del film es de excelente manufactura, la fotografía a cargo de Mihai Malaimare Jr., quien también hizo lo propio en “Tetro” de Coppola, es hermosa, los paisajistas planos abiertos son un deleite visual, la secuencia de la huida de la granja así como la que corresponde a la motocicleta son muy agradables a la vista, además de sumergirnos en el eterno escape que Freddie tiene consigo mismo y su realidad, también es de destacar el manejo en el uso del foco, desenfocando objetos o rostros y volviéndolos a enfocar, como adentrándonos en la confusa mente del protagonista, los recurrentes primeros planos nos muestran a un Joaquin Phoenix ensombrecido y demacrado, y a un Hoffman en busca de respuestas basadas en una guía que ni siquiera el puede entender; la parte musical corre a cargo de Jonny Greenwood y su función cumple los requerimientos de la cinta, dejando el rol más importante a los actores y entrando en los momentos álgidos del film, también hace uso de canciones que ayudan a matizar todo el cúmulo de sensaciones que nos produce ver al voluble Freddie, estas corren a cargo de grandes interpretes como Ella Fitzgerald o Madisen Beaty; la parte actoral es lo que más sobresale del film, ver a Joaquin Phoenix en este papel es sumamente desgarrador, sobre todo después de que el actor tuviera una serie de deslices personales, pareciera que este personaje le cayó como anillo al dedo, su constante risa enloquecida pareciera provenir de la entrañas del mismo infierno, y su mirada perdida parece deambular entre lo real y lo irracional, su flacura viene a reforzar todo el semblante de locura, el vestuario elegido para él queda a la perfección mostrándonos esa reducción física con un espíritu implacable; por el otro lado tenemos a Philip Seymour Hoffman que, como ya viene siendo costumbre suya, desempeña sus papeles con soltura y sobriedad, en este caso se mantiene siempre como un hombre que aparenta ser un erudito, sin embargo, el fango que cubre sus mentiras se comienza a resbalar conforme la tormenta de Freddie se desata sobre él, dejándonos ver al verdadero personaje, un hombre cuyas ideas cambian conforme sus errores son expuestos por un sujeto que no tiene remedio, un seudocientífico que ve mermados sus deseos por la imposibilidad de adentrarse en la psique de su pupilo y que va perdiendo los estribos con sus seguidores, contestándoles con diatribas que lo único que hacen es poner de manifiesto la incapacidad de su ingenio.
En lo personal creo que “The master” es la película más floja de Paul Thomas Anderson, pero no por eso deja de ser buena, tal vez no sea una película redonda pero el simple hecho de ver tan magistrales actuaciones hace que valga la pena la ida al cine, las nominaciones de ambos en varias premiaciones como los Oscar, los BAFTA, los Globos de Oro o en el festival de cine de Venecia, da cuenta del gran trabajo desplegado en la pantalla de la mano de un director que ha madurado y ha apostado por un cine que tiende a ser difícil de ver por lo complejo de sus personajes, con historias que han recorrido el tiempo (los setenta con “Boogie nights”, los cuarenta y cincuenta con “The master”, o en los albores del siglo XX con “Petróleo sangriento”), que han recorrido actores con grandes interpretaciones, un director que no busca polemizar, sino adentrarse en las torcidas mentes de los que han y habitamos este planeta, lugar que parece querer escupirnos al espacio para librarse de nosotros, porque gracias a nuestros actos hemos logrado crear y destruir, avanzar y retroceder, buscando una suerte de bienestar, aún cuando estemos plagados de contradicciones y quisiéramos aferrarnos a algo o a alguien pareciera haber mentes indomables, hombres que nacieron para ser salvajes, regidos por sus impulsos y su naturaleza indómita, hombres que no necesitan ayuda, hombres a los que Anderson los cataloga como “The master”, porque ellos son los verdaderos maestros.este caso es todo lo contrario, el personaje se nos presenta con absoluta franqueza desde el primer minuto de  desconcierta, en