Dreamland

Espacio donde gracias a la todapoderosa web me da la oportunidad y posibilidad de compartir con todos aquellos que lleguen a caer en este blog por azares del destino, escritos, fotos, videos y algunas otras cosas que he realizado sólo o en conjunto con otros cuates. Espero que les guste. Saludos

Hasta que la vida nos separe...

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Todos los días son día de muertos

17 de febrero de 2017

La, la, land; la pareja y su complejidad en un mundo atemporal.



Debo admitir que no soy seguidor asiduo del género musical en el cine, tengo la sensación, tal vez errónea, de que este pertenece más al teatro, el lenguaje corporal en este tipo de películas concuerda más con la exageración que requiere el arte de bambalinas, el cine no requiere de estos gestos ya que recurre a la posición de la cámara con respecto al actor, así como a la iluminación y demás recursos técnicos con los que cuenta el séptimo arte; aunque debo admitir que hay musicales que me han gustado, y mucho, la aventura animada que emprenden los integrantes del cuarteto de Liverpool en “El submarino amarillo” (George Dunning, 1968) se me hizo una alternativa bastante surrealista a la postura acrítica e infantil que en ese entonces tenía Disney; los mismos Beatles ceden su obra musical a otra pieza cinematográfica, en una mezcla de animación y live action “A través del universo” (Julie Taymor, 2007) oscila entre el mundo caricaturesco de la cinta sesentera de Dunning y la puesta en escena estelarizada por Eva Rachel Wood y Jim Sturges; dentro de este repertorio musical encontramos otros grandes éxitos como “Vaselina” (Randal Kleiser, 1978), “Willy Wonka y la fábrica de chocolates” (Mel Stuar, 1971) o la innovadora “Moonwalker” (Jerry Krammer, 1988), entre muchas otras más.
La nueva, y segunda película de Damien Chazelle, quien fuera nominado al Oscar en 2015 por su ópera prima “Whiplash”, se inscribe en este género, “La, la, land” (2016) cuenta la historia de amor a través de un encuentro accidental entre Sebastian (interpretado por Ryan Gossling) un apasionado pianista obsesionado con el jazz, y Mia (interpretada por Emma Stone) una ingenua chica californiana en busca del éxito en Hollywood como actríz, quienes después de un altercado en medio del tráfico de la ciudad de Los Angeles, California, tienen un encuentro en un restaurante donde ella escucha una pieza musical que él tocaba en un piano, cuando ella intenta felicitarlo él la choca saliendo del lugar sin disculparse, sin embargo, la terquedad del destino hizo que nuevamente se encontraran, esta vez el encuentro tuvo un resultado distinto, dejando entrever el surgimiento de una chispa que crecerá conforme transcurre el film, añadiendo a su amor sus sueños y metas, mismos que, en algún momento, tomarán un roll definitorio en la vida de ambos.
El tratamiento de la película dista un poco de otros musicales que he visto, las canciones y secuencias de baile no se explotan tanto como en otros filmes del mismo género,  ambas actuaciones se sienten muy solidas, rasgo que ambos actores han conseguido en su carrera cinematográfica, al grado de que ambos interpretes, Gossling y Stone, han sido nominados al Oscar a mejor actuación, así como a otros importantes premios que se reparten alrededor del mundo; de hecho, la película tiene 14 nominaciones al Oscar, entre las que se encuentran mejor película, mejor director, mejor guión, mejor fotografía, entre otros. Esto habla de una película de excelente manufactura en todos los departamentos, la calidad fílmica se nota, la historia nos alienta y emociona, haciendo palpitar el corazón al ritmo de las pegajosas melodías y, a su vez, nos angustia y entristece de la misma manera, con notas musicales que nos desgarran el alma; las expectativas que se generan por la relación amorosa de ambos personajes se diluyen con las pretensiones profesionales de ambos, los logros laborales y el éxito personal se vuelven un obstáculo, esto hace que la cinta tome un rumbo distinto al planteado durante el primer tercio, la vuelca de tuerca sienta muy bien, cuando parecía que la historia parecía convertirse en una comedia romántica, de las que Hollywood tiene ya suficientes, esta se aleja de esos melosos y hostigantes  guiones y se adapta a la realidad humana, con todo y sus complejidades de pareja, sus desaires, sus peleas, sus desencuentros, pero sobre todo, sus decisiones. 
La cinta pareciera desarrollarse en un mundo atemporal, el inicio me situó en la década de los 90, y conforme fue transcurriendo el vestuario y canciones hicieron que oscilara entre el presente y el pasado, en un recorrido que me llevo a sentir los años cuarenta, cincuenta, sesenta, setenta y ochenta; pareciera que el director pretendiera jugar con las épocas, como si estas sirvieran como mero telón de fondo para la vida de cualquier individuo, su discurso pareciera decirnos que lo único que no cambian son las emociones, la emoción de un nuevo amor, el dolor de un desencuentro, la humanidad esta llena de esos momentos y Chazelle los muestra con dos personajes que podrían trascender el tiempo, esos amores que no tienen fecha de elaboración o caducidad, amores que desgarran, que se sienten naturales, como parte de una cotidianidad, como parte de la naturaleza humana y toda su complejidad, a su vez nos da cuenta de la importancia de una decisión, de cómo un arrebato puede cambiar el destino, de cómo un beso o un simple roce puede hacer girar el mundo de dos personas. Esta esencia es lo que maravilla y deja atónito, es lo que nos hace humanos, el error, Chazelle logra, a través del cine, demostrarnos el “que hubiera sido si…”, sin embargo, y lamentablemente, en la vida esto no se puede conseguir, una vez emprendido un camino no hay marcha atrás, el tiempo real no regresa, se puede ciclar, pero transcurre sin dar miramientos de la felicidad o el dolor que pueda causar, y aún cuando la decisión pareciera no ser la mejor, la vida da otra oportunidad, un guiño que pareciera ser una esperanza, una sonrisa que despierta la emoción, como una canción que se escucha infinidad de veces y siempre produce la misma emoción.