No todo es perfecto en el paraíso.
Es bastante reconfortante saber que no todo en el cine se traduce a las súper producciones hollywodenses que no tienen empacho en gastar millones de dólares con tal de crear bodrios de películas del tamaño de Inmortales (Immortals, Tarsem Singh, 2011) con esta nueva moda norteamericana de la antigua Grecia yanqui tridimensional, con todo lo que esto implica (sobre todo cuando vemos el uso que estas historias dan a los dioses del Olimpo o sus detractores homogéneos); por suerte ese tipo de aberraciones fílmicas no tienen cabida en este artículo, lo que nos ocupa esta vez es la película protagonizada por George Clooney y teniendo como fondo el paradisiaco estado norteamericano de Hawaii con todo y sus hermosas playas, y es con el manejo fotográfico de esta ciudad con lo que iniciaré este review ya que sobresale porque no muestra, a como nos tienen acostumbrados los gringos, la increíble opulencia con que se vive en las “magníficas” y “equitativas” ciudades estadounidenses, por el contrario, el inicio de la película determina lo que será su aspecto fotográfico, planos generales mostrando indigentes durmiendo en la calles, casas de lamina y cartón a orilla de la playa, el constante ajetreo con el que los habitantes de esa ciudad viven, el tráfico y las grandes aglomeraciones vehiculares, todo acompañado por la voz de Matt King (interpretado por Clooney) contándonos su vida en la isla, comenzando así nuestro recorrido por un Hawaii que nada tiene que ver con el todos soñamos conocer, con el que millones de turistas alrededor del mundo se han enamorado, nadie quiere saber que en esa ciudad, donde la fiesta, el surf, las playas, las faldas y los collares, coexisten con personas mundanas y rutinarias, con días grises y lluviosos que parecen predeterminar el estado de animo, dejando a un lado el sol y todas las banalidades y superficialidades del glamoroso complejo turístico, ¿quién no disfrutaría vivir en esa isla?, parecía ser la pregunta de muchos de los asistentes a la función, pues la respuesta la vino a dar el personaje principal de esta historia, Matt King, quien según su relato inicial lleva años sin visitar alguna playa hawaiana, es abogado y adicto al trabajo, con la típica rutina citadina que implica el tráfico y las grandes aglomeraciones de personas que determinan el día a día laboral, un sujeto mimetizado con la idea de amasar una fortuna con su profesión y la futura venta de una enorme reserva territorial que se conserva virgen, la cual es codiciada por varios grupos de inversionistas; todos esos aspectos de su vida se ven alterados en el momento en que su esposa, Elizabeth King, sufre un accidente en una veloz lancha de motor (a quien vemos con vida únicamente al comenzar la cinta en una vertiginosa secuencia en la que ella maneja rápidamente una lancha alejándose de la costa, el resto de la película la vemos postrada a una cama de hospital asistida de forma artificial para mantenerla con vida). Tras la trágica noticia, el señor King debe hacerse cargo de su hija menor Scottie (interpretada por Amara Miller), quien ha estado teniendo problemas de conducta en la escuela a raíz del accidente de su madre, su indisciplina orilla a ambos a visitar la casa de una compañera de clase a la que Scottie ha insultado, la simpática escena, que comparten Matt y Scottie con madre e hija ofendida (ambas con rasgos autóctonos de los nativos hawaianos), nos deja ver la falta de carácter que el padre tiene para con su hija, esto lo orilla a viajar a una de las islas que componen el archipiélago hawaiano donde su primogénita, Alexandra King (interpertrada por Shailene Woodley), cursa sus estudios. Una vez en la escuela, la profesora conduce a padre e hija a la habitación de la hermana mayor de esta última pero se llevan la sorpresa de que no se encuentra, por lo que salen a buscarla en medio de la noche, cuando la encuentran Matt y Alexandra tienen una charla bastante peculiar que denota la mala relación que tienen, él intentando convencerla para que regrese a casa y ella soltando cuanta leperada se le viene a la mente, a la postre la joven se va con su padre de mala gana; a estas alturas de la película, ya sabemos que Matt quiere redimirse, piensa dejar su trabajo, vender sus miles de hectáreas en conjunto con su familia y dedicarse plenamente a limar asperezas con sus hijas y a dedicarle mayor tiempo a su esposa para intentar componer las cosas. De vuelta en casa Matt decide ir al hospital para conocer el estado que guarda su esposa, sin embargo las noticias no son buenas, no hay forma de que su mujer se recupere, el estado de suspensión asistida en el que se encuentran es lo único que la mantienen con vida, esto se contrapone con lo que ella había dejado estipulado en una especie de contrato médico, que obliga a su esposo a “desconectarla” si se llegara a presentar un caso así, Matt sabe de este contrato y sabe también que debe respetar la voluntad de Elizabeth, por lo que el doctor le sugiere que sería importante dar la noticia a sus amigos, familiares y demás seres queridos que quieran despedirse de ella. Matt da la noticia a su hija mayor (quien tiene la visita de su amigo Sid), a sus mejores amigos conformados por las pareja de Mark y Kai Mitchell, y al padre de Elizabeth, Scott Thorson (interpretado por un simpático y malhumorado Robert Foster), quien resalta que la falta de carácter y atenciones del marido fueron las causas que orillaron a llevar una vida de desenfreno a su hija, dando como resultado el estado en el que se encuentra, todo esto antes de organizar una reunión para todos los conocidos de su esposa con el fin de darles la noticia; tras la reunión, Matt queda desconsolado y para empeorar la situación, su hija le confiesa que Elizabeth le fue infiel, esto enloquece a Matt quien sale corriendo de su casa hasta llegar a la de Mark y Kai, donde comienza a cuestionarlos sobre la relación extramarital que su esposa guardaba con otro, después de gritos y lloriqueos Matt se marcha, afuera de la casa es abordado por Mark quien le dice el nombre del sujeto, Brian Speer. Con ese dato, Matt comienza a indagar y descubre la profesión de su “sancho”, corredor de bienes raíces, quien esta involucrado en la compra de las tierras propiedad de la familia King, historia que vemos de forma paralela a la catástrofe familiar que esta experimentando Matt, y que a resumidas cuentas reúne a todo los primos del protagonista en torno a la jugosa oferta de compra que un grupo inmobiliario a ofrecido por la reserva familiar con el fin de crear viviendas, hoteles, centros nocturnos, comerciales y de diversiones, etc. El involucramiento del affair de su esposa dentro de las negociaciones llevará a Matt a tomar una decisión crucial para la familia y para consigo mismo ya que tiene interés en conocer a quien lo andaba “cuerneando”. Con este marco de fondo seguimos los pasos que Matt, Alexandra, Scottie y Sid dan por las diferentes islas que componen el estado de Hawaii para contarnos una historia sencilla y sin complicaciones de muy buena manufactura, con una fotografía que se inclina por la parte gris de Hawaii, pareciéramos estar observando una ciudad nublada, lluviosa y triste, donde habitan personas que también sufren y mueren.
Nominada al Oscar como mejor película, mejor actor por la actuación que brinda George Clooney (quien se ve cómodo en este tipo de personajes y que bien merece la pena ver la película con tal de verlo actuar), así como mejor guion adaptado, a su vez ha sido nominada para otros trofeos cinematográficos como el BAFTA británico o el que otorga el Austrañian Film Institute, y haciéndose acreedora al premio otorgado por la AFI Film award; Los Descendientes (The descendants, Alexander Payne, 2011) es una muy buena película que por momentos tanto su hechura, personajes y fotografía me recordaron a Pequeña Miss Sushine, con sus muy marcadas diferencias, siendo esta última una comedia y la que nos ocupa un drama con ciertos pincelazos cómicos que parecieran ser involuntarios, que deja un gran sabor de boca después de verla (con un final que resume a la perfección al rutinario personaje principal), con una imagen de Hawaii que talvez muchos no teníamos,y vidas que la mayoría tenemos, llena de trabajo y sin tiempo para redenciones, llena de trafico y sin tiempo que ofrecer a alguien, llena de personas y sin tiempo para vivir, lo triste de todo esto es que parece que ninguna ciudad del planeta esta exenta de esto, y muchos mortales tenemos que vivir y sobrevivir en ellas, en nuestro Hawaii personal.
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