José Agustín es
unos de los escritores más reconocidos del movimiento literario conocido como
“la onda”, el cual surgió a mediados de los años 60 en México, consistente en
la desfachatez del lenguaje, el transgredir el estilo puritano de los
escritores contemporaneos y el antagonismo al sistema gubernamental controlado
por el PRI; el autor, nacido en Acapulco, Guerrero, cuenta con una obra
extensa, parte de la cual ha dedicado al cine, arte al que fue inducido, y
seducido, por Angélica María, con quien mantuvo una fugaz relación, y quien
protagonizo el único film dirigido por el autor “Ya sé quien eres (te he estado
observando)” (1971). En esta ocasión uno de los libros escritos por el
prolífico autor guerrerense es motivo de una adaptación cinematográfica a cargo
de Roberto Sneider, quien en su filmografía como director tiene dos películas,
basadas a su vez, en dos libros de autores mexicanos como “Dos crímenes” de
Jorge Ibargüengoitia (la cual se estrenó en 1995), y “Arráncame la vida” de
Ángeles Mastreta (estrenada en el 2008); este año se avienta a trasladar
“Ciudades desiertas” de la mano de Gael García Bernal, imán taquillero entre el
público femenino, quien da vida a Eligio, y la desconocida, al menos en tierras
aztecas, Verónica Echegui, quien interpetra a Susana. La cinta gira en torno a
la complicada relación entre Eligio y Susana después de que esta decide huir de
casa al tener la sensación de estancamiento en con su pareja, a partir de este
momento, Eligio decide emprender la aventura de buscar a su mujer en tierras
gringas, a donde ella va a tomar un curso de literatura en una universidad de
Iowa; al llegar, el protagonista del film se
entera de que su esposa ha estado manteniendo una relación con un poeta
polaco e intenta recuperar su amor, punto en el que se desencadena una serie de
vaivenes entre la pareja, situando al espectador en una especie de loca y
obsesiva persecución de un hombre por una mujer, un retrato, según lo intenta
revelar Sneider en alguna parte de la película, del macho mexicano, aunque este
“estereotipo” mexicano no tenga ningún acomodo dentro del film, a menos que sea
una versión light de lo que en algún momento el propio cine nacional, en su llamada
época de oro, nos presentó como la imagen viril e inmutable del masculino azteca.
La película de
Sneider sigue los mismos pasos de sus cintas previas, una traslación fidedigna
de la obra literaria que representa, lo cual trae consigo una serie de
problemas de facto, comenzando por el hecho de que cada una de estas artes
alberga universos, estilos, narrativas, recursos, y un gran etcétera disímiles
unos de otros, el hecho de presentar una obra tal cual es en el libro en el
cine, pierde, en el camino, la esencia del mensaje del autor, una crítica al
proceder del hombre mexicano, enajenado por la idea de una mujer servil y fiel;
este retrato se pierde en el protagonista, Gael le imprime un aire más
caricaturesco al personaje que interpreta, aún cuando se trate de una comedia,
el cometido no se cumple, quedando su personificación en un intento patético de
actuación, estancándose en papeles que previamente ha interpretado, García
Bernal se siente, y se ve, como más de lo mismo, sin exigencia, como si de una
charla entre amigos se tratara, regalándonos algunos momentos jocosos que se
atribuyen mas a los gastados recursos mexicanos en la comedia: el lenguaje
soez, la inverosimilitud de las situaciones, el patetismo del hombre, los gags,
etc.; la interpretación de la española Echegui va por el mismo camino, la
función de su personaje es ser el ancla de Eligio, su papel co protagónico se
siente más bien como de actriz de reparto, con pocos momentos sola ante la
cámara, a diferencia de Gael que tiene prácticamente toda la cinta a su
disposición, cuestión hasta cierto punto comprensible si tomamos en cuenta que
es él quien se lanza en la búsqueda de ella; sin embargo, aquí confluye esa
idea de traslación fiel, en la que tal vez, un guionista más experimentado,
pudo explorar un poco más el punto de vista femenino, ya que, a lo largo del
film, nunca se dan las razones por las cuales ella huye de casa.
Dentro de los
apartados técnicos la película no ofrece nada nuevo, lo único rescatable que
encontré fue escuchar “Distante instante” de Rodrigo González, una especie de
luz en túnel bastante oscuro que no tiene salida; en cuanto a la propuesta
visual, hay series de televisión que explotan mejor los recursos
cinematográficos que esta película, después de haber rodado una película de más
presupuesto, como lo fue “Arráncame la vida” se esperaría que Sneider tuviera
una visión más estética del llamado séptimo arte, sin embargo, se relaja con
una película de estilo mas “indie”, a menos que sea una aventura independiente,
como lo hizo Sam Mendes, cuando rodó, entre “Revolutionary Road” (2008) y “007:
operación Skyfall” (2012), “Un lugar donde quedarse” (2209), dudo mucho que sea
ese el caso ya que la adaptación de Mastreta tiene 8 años que se estrenó en
cines. Dos películas se han estrenado en esta década basadas en la obra de José
Agustín, “Abolición de la propiedad” de Jesús Magaña Vázquez, estrenada en el
2012 (de la cual también hice una reseña), y la cinta que da pie a este
artículo, ambas etiquetadas como propuestas del nuevo cine mexicano, tomando
senderos arriesgados como en el caso de la primera película, que quiere optar
por propuestas arriesgadas al estilo de “Dogville” de Lars Von Trier con pobres
resultados; es bastante lamentable que, a la fecha, no se haya hecho ninguna
película que haga honor a la obra del gran autor acapulqueño aún con vida, su
obra merece más que bosquejos juveniles e intentos fallidos de comedias
patéticas, su obra merece un lugar histórico dentro del cine nacional, un lugar
que sea la onda como el género del que fue precursor, un lugar emérito por
haber sido uno de los guerreros que no necesitaron armas para oponerse al
sistema, sólo una pluma y una gran imaginación, un hombre que formó parte del
movimiento contracultural que detonó el enojo y brutalidad del sistema, pero
que a la vez consiguió nuevos caminos de expresión, así como la liberación
juvenil en una época de gran represión. El cine nacional aún tiene una deuda
muy grande con uno de los grandes representantes y defensores de la literatura
mexicana, tendrá que esperar su homenaje hasta que de una de las “Ciudades
desiertas” surja el talento que lo lleve a la cúspide que como autor ya alcanzó.
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