La filmografía de los hermanos Andy (ahora Lana) y Larry
Wachowski tuvo un inicio explosivo e icónico para la industria fílmica con la
que se esperaba fuera la trilogía del nuevo milenio: Matrix, su debut en la
industria (antes ya habían dirigido en 1996 un film de bajo presupuesto llamado
“Bound”) fue bastante interesante con la primera entrega de la saga, sus
innovadores efectos especiales y su temática pos moderna, ligada en todos los
sentidos a la nueva era computacional que se vivía (y vive), dio justo en el
clavo de un sentir juvenil que crecía a razón de la avasallante carga
tecnológica que nos agobiaba, inundándonos de productos mundanos pero que
hacían mas “fácil y ameno” el diario vivir, su personaje principal Neo,
interpretado por un inexpresivo Keanu Reeves, hizo vibrar los teclados de
muchos cibernautas, su maestro Morpheus, llevado al cine por Samuel L. Jackson,
se convirtió en la bandera hacker de los geeks del milenio que estaba por comenzar,
la chica de la película, Trinity, bajo la actuación de Carrie-Anne Moss, hizo
suspirar a más de uno después de verla en su ceñido traje de cuero, el agente
Smith, interpretado por Hugo Weaving, me hizo recordar a los agentes secretos
del gobierno norteamericano; las múltiples influencias (léanse comics,
películas, libros, religión) en las que basó su discurso fueron muy bien
recibidas e incluso elogiadas por algunos gustosos del género, la trama basada
en la rebelión del hombre contra la
maquina resultó muy atractiva, el incipiente y acelerado proceso tecnológico
que vivía la humanidad daba cuenta de ello, maximizándolo con el venidero año
dos mil, el cuál supuso en aquel 1999 un momento determinante en la era de la
computación por la posibilidad de un fallo cibernético al que se le denomino
como 2YK; sin embargo, no todo salió como se esperaba, las secuelas (“Matrix
reloaded” y “Matrix revolutions”, ambas del año 2003) quedaron a deber teniendo
en su tercera y última entrega a la peor, los efectos, si bien no eran malos, no
estuvieron a la altura de los mostrado en la primera película dejando
insatisfechos a algunos de sus, hasta entonces, fieles seguidores (cabe
mencionar que entre la parte 1 y 2 se lanzó a la venta un DVD con una serie de
cortos animados con historias paralelas o antecedentes que dieron origen a la
Matrix), esto fue motivo suficiente para que, lo que parecía iba ser el nuevo
“Star Wars”, se quedara a mitad del camino, con una buena película inicial y
sus pobres continuaciones. Después de concluir su saga, los hermanos se tomaron
un par de años para sacar su siguiente film, no sin antes capitalizarse sacando
un par de juguetes al mercado a través de los videojuegos “The matrix online” y
“The matrix: path of Neo”, así como producir una película basada en una de las
más importantes novelas gráficas de la década de los 80, “V de venganza”; su
siguiente aventura fílmica vendría acompañada de una fuerte campaña
mercadológica, apostándole a la reinserción del gastado dueto carnal, la
historia basada en el manga “Speed racer” (2005) sería la elegida por la dupla,
aunque una vez más los hermanos quedaron a deber con una película que forjó más
su discurso en los efectos especiales que en la trama y los personajes; este
2012 regresan con una historia basada esta vez en una novela del inglés David
Mitchell titulada “Cloud atlas”, haciendo mancuerna con el director alemán Tom
Tykwer, conocido por “Run Lola run” (1998),
“Heaven” (2002) o “Perfume: the story of a murderer” (2006), teniendo en
la primera de estas a su más atrevida experiencia con una vertiginosa película
llena de realidades paralelas en las que una decisión afecta todo el resultado,
algunos podrán argüir que con “El perfume” tuvo su apuesta fílmica más
importante, al intentar representar el sentido del olfato en una película,
aunque en mi opinión esto no lo consigue, salvo en la secuencia donde nos
presenta este sentido a través de un viaje que comienza en la nariz del pequeño
Jean-Baptiste Grenouille, pasando por un pantano y un depósito de basura, esta
fue la única parte en donde creo que presentó de forma interesante el contenido
del fabuloso libro de Patrick Süskind y teniendo en su momento más
desafortunado el glorioso final literario.
En “Cloud atlas” el trio se vuelve a arriesgar poniendo al
filo de la navaja la continuidad de la trama principal al utilizar 6 historias
distintas en diversas eras de la humanidad, todas ellas caracterizadas por
tener un personaje principal que tiene un lunar parecido a una estrella fugaz,
así como tener un antagonista, interpretado en todos los relatos paralelos por
Hugo Weaving, quien al parecer es muy del gusto de los hermanos Wachowski; con
este antecedente la película transcurre de forma un poco confusa entre una
época y otra, llevándonos desde un viaje en barco de la mano de Adam Ewing y el
codicioso doctor Henry Goose que intenta envenenarlo, con un esclavo Moriori de
nombre Autua como salvador del primero; pasando por la Europa de 1936 de la
mano de Robert Frobisher, un joven homosexual que busca el éxito a través de la
música, haciendo el trabajo de copista para Vyvyan Ayrs para aprender de él y
lograr, a través de este aprendizaje, componer su obra maestra que culminaría con
su suicidio y con la pieza que da origen al título del film; transitando por el
San Francisco de los setenta, siguiendo la historia de Luisa Rey, periodista
que tiene un encuentro fortuito con Rufus Sixsmith, amante de Frischer en los
años treinta, y que guarda consigo un documento que puede poner en jaque las
actividades de una despiadada empresa dedicada a los energéticos; continuando
este viaje temporal por el recién finalizado año 2012 con la historia de
Timothy Cavendish, un editor mediocre de 65 años de edad que ve concretado su
sueño de hacerse rico y famoso después de
un arranque violento de Dermott Hoggins, escritor en turno para el que trabaja,
sin embargo, esta fama se ve interrumpida por un grupo de matones que amenazan
a Cavendish de muerte sino entrega una exorbitante cantidad de dinero por lo
que tiene que recurrir a su hermano quien, sin pensarlo, lo envía a un
manicomio sin que se entere de nada, por lo que su aventura gira en torno a la
huida de ese lugar; la siguiente escala es el futuro año 2144, en una ciudad
llamada Neo Seúl, donde confluyen los vicios más grandes del hombre, siempre
acompañados de la voraz e imperecedera
sed industrial de los grandes capitales, tomando en este caso su forma en una
especie de clones de mujeres humanas quienes tienen una vida servil, dedicadas
100% al trabajo, sin tener contacto con el mundo exterior, siendo sorteada en
base a la dedicación y entrega de cada una de ellas la libertad, una de estas
réplicas humanas, Sonmi 451, tiene la fortuna de ser liberada por Hae-Joo
Chang, un insurrecto oficial miembro de un grupo subversivo que busca quitar la
venda de los incrédulos ojos de la población; el recorrido temporal concluye en
el año 2321, mencionada en la película como los 106 inviernos después de la
caída, una tierra post apocalíptica regidas por tribus, una especie de regreso
a los orígenes de la humanidad, donde las comodidades y la tecnología son mera
cosa del pasado, en este retrospectivo porvenir cohabitan los humanos y una
raza denominada los “prescients”, en esta época tienen su encuentro Zachry y
Meronym, el primero de ellos habitante terrenal de ese lugar y la segunda
perteneciente a la moribunda, y tecnológicamente avanzada, raza visitante, el
primero de ellos sufre las visiones esquizoides de un demonio al que conoce
como “Old Georgie” quien, a través de amenazas, busca mantenerlos a raya en
cuanto lo que sí y lo que no puede hacer. Las historias pueden parecer
interesantes, sin embargo discurren de forma errática y confusa durante toda la
película, como un péndulo que se mueve sin sentido por un mundo temporal que
parece perderse en las intermitentes y efímeras apariciones que tiene cada
historia, no se llega a saber en realidad cuál es el sentido del film, por
momentos pareciera inclinarse hacia la fórmula que tanto gusto a los Wachowski
cuando construyeron el universo Matrix con su elegido, en este caso parece que
los personajes principales tienen un propósito dentro de este multi temporal
universo fílmico, aquellos con la marca del cometa son los elegidos parecen
decirnos los directores, aunque esto no queda del todo claro, los propósitos de
cada personaje se difuminan en la vastedad, no existe un equilibrio entre las
historias, unas tienen mayor peso que otras, así como las actuaciones, entre su
reparto resaltan Tom Hanks y Halle Berry por su corte estelar quienes también
sirven como gancho para legitimar la intención del trio de directores, no
existen papeles definidos para actor, uno a otro transita en cada época
saltando de un papel a otro, algunos de ellos pasando de roles masculinos a femeninos,
como si de un quinteto de personas que se encuentran en la eternidad se
tratara, todos con diversos propósitos y papeles, a veces buenos otras malos,
una idealización de la reencarnación o la vida eterna, vista esta última de
forma terrenal. El lado técnico de la película esta bien logrado, el crédito
fotográfico esta dividido entre Frank Griebe y John Toll, quienes cumplen a
secas con el trabajo encomendado, sería el colmo que una película de alto
presupuesto no contara con una buena parte visual, la música también aparece segmentada en aportaciones resaltando
la incursión del también director de la obra, el alemán Tykwer, juntando su
talento con Reinhold Heil y Johnny Klimek, con quienes ya había trabajado en el
“Perfume: the story of a murderer” y “The international” (2009), los efectos
especiales, que han tenido un papel fundamental en la carrera de los hermanos
Wachowski, son utilizados con cautela, teniendo sus despliegues más importantes
en las secuencias futuristas en Neo Seúl, así como en ciertos momentos del apocalíptico
destino terrestre, la mesura que tuvieron esta vez en su uso pareciera crear un
ambiente menos hostil a la vista (la vertiginosa “Speed racer” llega a marear y
desconcertar en ciertos momentos) aunque no por esto crea una mejor película.
“Cloud atlas” es de esos libros que se antojan imposibles de
filmar, la gran cantidad de historias resultan muy difíciles de resumir aún
cuando la película dura casi tres horas, el vaivén temporal llega a cansar, los
personajes resultan poco atractivos y justo cuando te estas involucrando con
uno surge el cambio de época, la parte chusca queda a cargo del viejo
Cavendish, sus momentos hilarantes podría decir que son lo mejor de la cinta,
la aparente necedad de los Wachowski de encontrar al elegido da al traste con
todo, los ciclos de varias historias no terminan cerrándose, el extraño lunar
pareciera ser un mero adorno porque no termina explicándose su razón, a menos
que sean una suerte de Jesucristos revolucionarios, nacidos ex profeso y en
distintas épocas para traer conciencia y diversión, las flojas actuaciones
parecieran traernos papeles que ya vimos, Tom Hasnks en su papel de Zachry me
recordó al naufragó de Robert Zemeckis,
a su vez no pude evitar relacionar a Hugo Weaving con el agente Smith de
Matrix; la carrera de este trio de directores ha ido de más a menos, la
avasallante fama que crearon al inicio de lo que parecían ser prominentes
carreras se colapso con la exigencia, las historias no solo van de efectos
especiales o aceleradas líneas temporales, las historias van de personajes, de
pesares y alegrías, de vacilaciones y convicciones, de fracasos y éxitos, de
tragedia y de comedia, ingredientes que bien mezclados pueden crear una bella
obra, todo esto requiere madurez y vocación artística, cuestión que el trío
deja a un lado para brindarnos una historia compleja y confusa, como si de girar
un globo terráqueo y detenerlo con un dedo para ver en que país se detiene se
tratara, como abrir un mapamundi y salpicarlo con pintura para que el destino
se encargue de tapar con gotas de esta algunas ciudades del orbe, como hojear
un atlas no con mapas terrenales sino temporales y arrancar algunas hojas al
azar, únicamente para descubrir una película destinada a fracasar.
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