Dreamland

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Hasta que la vida nos separe...

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Todos los días son día de muertos

2 de febrero de 2021

Érase una vez; los cuentos nuevos, para los nuevos niños



 

Muchos de los grandes estudios en Hollywood se han dedicado a actualizar, o darles un nuevo tono, a películas basados en cuentos infantiles (cuentos de hadas), llevándolos a públicos más adultos, con historias más oscuras y siniestras, o simplemente retratándolos en live action, dejando la antigua, y ahora obsoleta, animación en base a dibujos a mano; estos mundos fantásticos han pasado de ser simples historias para niños a grandes despliegues visuales en pantalla, que a más de un adulto atrapan, tómese como ejemplos las dos cintas de Tim Burton sobre “Alicia en el país de las maravillas”, protagonizadas por un repetitivo pero efectivo Johnny Depp, así como los nuevos relanzamientos de “El rey león” en 2019 y Mulán en 2020, las 4 películas apuestas importantes del gigante del entretenimiento Disney. Hoy toca el turno de revisar una nueva película que se inscribe en estos territorios, “Érase una vez” de Brenda Chapman y que recién se estrenó el 31 de Diciembre en México.

Brenda Chapman es una artista que ha estado inmiscuida en cintas para niños toda su carrera, pasando por el departamento de animación en el que trabajo para caricaturas ochenteras como “Daniel el travieso” (1986), “Los verdaderos cazafantamas” (1988), “¿Quién engañó a Roger Rabbit?” (1988) y “Pollitos en fuga” (2000). Además ha elaborado los guiones de varias películas y supervisado otros más como: “La bella y la bestia” (1991), “El jorobado de Notre Dame” (1996) y “Valiente” (2012), la cual también dirigió, así como “El príncipe de Egipto” (1998). Pues esta vez, esta prolífica mujer nos trae su más reciente cinta con la temática en la que es experta, los cuentos de hadas para el público infantil, pero esta vez grabada con actores reales, alejándose del sitio donde, tal vez, se sentía más cómoda como es la animación donde se instalan todas sus aportaciones y realizaciones. El film nos cuenta la historia de 3 niños hermanos, una niña y dos varones, los cuales tienen una relación muy especial con la imaginación desbordada como punto medular, los niños se niegan a crecer, a madurar y con esto dejar atrás todas esas emocionantes aventuras a las que su mundo imaginario les permite participar; cada niño tiene una peculiaridad que los asemeja a personajes extraídos de otros cuentos, Alice (Keira Chansa) tiene una relación con “Alicia en el país de las maravillas”, Peter (Jordan Nash) con “Peter Pan”, el otro hermano David (Reece Yates), no encontré algún rasgo que pudiera relacionarse con algún personaje, y creo que esto sirve para que el desapego funcione de una mejor forma ya que el niño sufre un accidente dentro del film, que hace que cambie el rumbo de la historia; y con esto, los hermanos que quedan se embarcan en una aventura para ayudar al padre a solventar una deuda financiera, así como saber en donde se encuentra el destino de cada uno.

La película se desarrolla muy bien durante el primer tercio de la misma, Chapman genera a través de simples pero efectivos engaños visuales, colocar una espada o un arco cuando el niño en realidad esta sosteniendo una vara de madera, pero con esta simpleza, nos muestra ese fabuloso mundo por el que pasamos alguna vez, y nos hace adentrarnos en la imaginación de los niños, sus juegos y andanzas, su negatividad a crecer; es de este último punto del que se deriva el primer conflicto menor del film, pero que encierra el sentido primordial del mismo; la abuela de los infantes, Eleanor Morrow interpretada por Anna Chancellor, orilla Rose Littleton (Angelina Jolie) la madre, a inscribir a su hijo mayor (David) en una escuela de “alta alcurnia” por lo que tendrá que dejar su casa, el padre de los niños, Jack Littleton (David Oyelowo) se niega a esto pero no puede hacer mucho ante la presencia de la abuela. Este momento supone, para el hermano menor, Peter, su partida anuncia su consecuente madurez y la perdida de la inocencia e imaginación. David no esta de acuerdo con su hermano en esto y, durante de uno de sus juegos entre ellos, cae al agua y muere. Este evento trae consigo la vuelta de tuerca del film, la familia se comienza a desmoronar, la madre se refugia en el alcohol y los recuerdos, el padre en el juego para poder salir de deudas, los niños huyen de casa para conseguir dinero y ayudar al padre; todo comienza a tomar un tono más oscuro, algunas de estas situaciones se ven reflejadas en la fotografía de Jules O´Loughlin, la cual cumple a secas su cometido, ya que ni la directora ni la fotógrafa se arriesgan al momento de elegir los planos, los cuales están bien elaborados pero dejan un sabor de boca a una película sin mayor pretensión que buscar una buena taquilla, creo que al tratarse de una historia donde unos niños huyen a una ciudad llena de vicios y personajes siniestros, la foto pudo haber jugado un papel más dramático, ya que la cinta, si bien se instala en los géneros de fantasía, drama y aventura, por momentos coquetea con el suspenso, el cual pudo quedar mejor de haber optado por una iluminación y foto más acordes a esos momentos. La historia hasta este punto parece interesante, pero es en su resolución donde tiene un fuerte tropiezo, la invitación que hace la directora durante la primera mitad a quedarse dentro del inmersivo mundo imaginario de los niños, se pierde por graves errores en el guión y dirección, las decisiones argumentales se sienten como si se le comenzaran a salir de control  y en su intento por retomar el rumbo inicial se pierde dejando el crecimiento de sus personajes de lado, los conflictos no encuentran salida, la densa nube negra de emociones que cubría la casa de la afligida familia nunca se resuelve, el pequeño de viaje de Alicia “al país de la maravillas” de nada sirve para mantener a la niña dentro de su mundo imaginario, cuando la directora en un inicio nos había demostrado lo contrario, el que Alicia quería seguir en ese fantástico lugar; Peter se marcha de casa y no se sabe su paradero, la directora deja entrever que fue el único que tuvo la posibilidad de viajar al país de nunca jamás, aunque esto a la historia no le sirve para nada.

“Erase una vez” me hizo sentir la emoción que tenía de niño al ver una película, la falta de recursos visuales espectaculares me hizo apreciarla más, sin necesidad de tanta animación la cinta te envuelve en la idea del mundo infantil y es fácil caer en esos momentos tan añorados por muchos, lamentablemente la falta de criterio, las decisiones equivocadas y un guión desatinado en su segunda mitad le da al traste a lo que parecía iba ser una interesante historia infantil cargada con una aire de oscuridad adulta. El cine en la actualidad ha estado carente de ideas originales, los remakes, nuevas versiones de películas ochenteras, pasar del dibujo animado al live action, ha hecho mella en la capacidad creativa de quienes trabajan en esa industria, algunas propuestas se arriesgan a buscar costas distintas a las ya exploradas, algunas lo hacen con éxito y otras naufragan antes de arribar, como es el caso de esta cinta que propone un tema tan interesante y melancólico como es el de la infancia, y más a sabiendas que los niños en la actualidad parecen estar más preocupados por lo que pasa en la Tablet o en el celular, que los que su propia mente les puede crear, bosques encantados, animales fantásticos, compañeros imaginarios, increíbles naves espaciales y mucho más, y que el cine, al igual que muchos niños, han perdido la capacidad de elaborar.




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