Dreamland

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Hasta que la vida nos separe...

Hasta que la vida nos separe...
Todos los días son día de muertos

12 de octubre de 2021

Sin tiempo para morir; la desatinada muerte de un personaje entrañable.



James Bond, también conocido por su clave como agente secreto, el famoso 007 es, sin temor a equivocarme, el espía más famoso en la historia del cine y probablemente también en la literatura; creado por el periodista y escritor británico Ian Fleming durante la segunda mitad del siglo XX, allá por el ahora lejano 1952, pocos años después de la finalización de la segunda guerra mundial, siendo la primera aparición del famoso espía en el libro “Casino Royale” publicado en 1953. Su personaje cobró tal importancia que escribió 12 novelas y 2 colecciones de relatos cortos hasta antes de su muerte en 1964; sin embargo, el legado del personaje no terminó ahí, siguió hasta nuestros días en las que otros escritores han abordado y desarrollado nuevas aventuras de este icónico personaje que se ha vuelto un referente en la literatura, el cine, cómics, videojuegos, y un sin fin de artículos relacionados con la cultura popular. 

La prolífica obra literaria basada en el famoso 007, dio un salto, como consecuencia natural y obedeciendo a la dinámica del mercado, al espectro cinematográfico, a la fecha se han producido cerca de 30 películas en las que distintos actores, en distintas épocas, han encarnado al espía británico; Sean Connery se alza como uno de los ejemplos más representativos, sin hacer a un lado a Roger Moore, Timothy Dalton, George Lazenby y Pierce Brosnan. Hoy toca el turno de analizar la última película de Bond, que a su vez, cierra el ciclo interpretado por Daniel Cragig, quien comenzó su aventura como espía en el 2006 con “Casino Royale” de Martin Campbell, y encuentra su trágico final en “Sin tiempo para morir” este 2021 de la mano de Cary Joji Fukunaga.

La cinta nos plantea de inicio la idea del retiro por parte del famoso espía británico, huyendo de todo lo que lo ha atado a ese pasado violento, en el que perdió todo, y que busca recuperar  con la ayuda de su relación en turno, Madeleine a quien ya habíamos visto en Spectre dirigida por Sam Mendes
en el 2015; sin embargo, los fantasmas que atormentan a James no son fáciles de evitar, y su pasado, en forma de condena lo termina alcanzando; todo esto sucede en los primeros. 10 o 15 minutos del filme, justo antes de la secuencia que da pie a los créditos de la cinta. Fukunaga nos intenta sumergir en dos momentos contratantes, por un lado la “nueva” vida de Bond con su chica, y por el otro la imposibilidad que el personaje tiene de huir de su pasado, una suerte de consecuencias perpetuas que lo perseguirán hasta que deje de existir, los cuales son reflejados en el cine en base a una serie de secuencias lentas de inicio y vertiginosas cuando los matones encuentran a nuestro héroe; otro elemento interesante y que cae más en el discurso inclusivo es que el código 007, después de que Bond dejará su cargo de espía, recae en una mujer, para después ser recuperado por James. Cabe mencionar que antes de estas secuencias, se nos presenta una suerte de epilogo que busca justificar a quien a la postre, será el villano del film, y que a mi parecer, se nota forzado y busca, de manera estética, generar el miedo y la tensión gracias a una mascara japonesa tras la cual oculta su identidad.


El problema principal que encuentro en la cinta es la falta de dirección, la historia transcurre de forma confusa, el villano no aparece sino hasta pasada la mitad del film, teniendo un propósito poco claro, siendo, desde mi punto de vista, el villano más efímero del universo 007, Rami Malek no tiene la capacidad de generar estrés, o pánico, su personaje se nota débil, vulnerable, prescindible dentro del universo de villanos con los que ha tenido que lidiar Bond, y es una lástima que sea de esta manera ya que esta película viene a cerrar la participación de Craig, quien le dio un giro al personaje después de la participación de Pierce Brosnan, ya que lo hizo más rudo, con más personalidad y carácter, un poco alejado de la idea del gentleman británico para dar paso a un hombre más golpeado por la vida. Derivado de esta falta de empatía del villano, la película se pierde, tanto en su argumento como en su desarrollo, yo esperaba ver más tiempo en pantalla a Malek y su personaje Lyutsifer Safin (curiosamente el nombre del villano, al pronunciarlo en inglés, hace una clara referencia a Lucifer), cuando en los avances pude ver su cara desfigurada, sumada a que su rostro es poco convencional, pensé que estaba a punto de ver a un villano que jugaría con la mente del espía, así como atormentarlo a través de las siempre hermosas chicas Bond; lamentablemente nada de esto sucedió y la aparición de Malek fue muy breve, y de forma inconsistente, ayudado por el plano y la colocación de la cámara más que por el desarrollo actoral de su personaje. En el aspecto visual la película cumple con su propósito, siendo una película de acción la vorágine a la que nos expone Fukunaga es intensa, cosa que no es de extrañar en una película de este personaje, el aspecto sonoro también es de destacar, las secuencias de explosiones en las que Bond queda momentáneamente con una leve sordera se escuchan muy bien, ayudan a sumergirse, aunque sea por un breve instante, al sentir del protagonista, lamentablemente los elementos técnicos poco ayudan a mantener un equilibrio entre lo que vemos y lo que nos hace sentir; como parte de esta banda sonora también encontramos la canción de Billie Eilish “No Time To Die” estrenada en Febrero de 2020.


James Bond es un personaje que llego para quedarse en el cine, con más de medio siglo en el universo cinematográfico, es y seguirá siendo uno de los favoritos de la industria hollywodense, lamentablemente uno de los 007 que más me ha gustado, como es el de Daniel Craig, tiene un cierre poco memorable, una película que se siente coja, que busca forzar al espectador a sentir compasión y remordimiento, que busca generar tensión y miedo a través de un villano poco memorable, bastante desechable para ser una película que cierra una nueva era Bond; el personaje seguirá y continuará habiendo otros actores que lo interpreten, otros directores que generen y desarrollen sus historias, Fukunaga en este último episodio en lo que respecta a la participación de Daniel Craig, lo intenta con resultados poco favorables, tal vez su carrera en un ámbito más independiente (Sin nombre, 2009; True Detective, 2014; Beasts of No Nation, 2015) lo catapultaron para que fuera considerado por el estudio para dirigir la cinta, o tal vez fueron los problemas que se dieron previos a iniciar la producción del film, el cual originalmente iba a ser dirigido por Danny Boyle, el cual dejó el proyecto 3 meses antes de iniciar el rodaje, para después considerar a Denis Villenueve y Edgar Wright, entre otros; tal vez estos problemas fueron los que le dieron al traste a la cinta, que por más que busca apoyarse en las secuencias de acción, deja de lado el factor más importante de la cinta, que es justamente el cierre del personaje, el cual saca, al final, como uno de esos trucos a los que nos tiene acostumbrado Bond, como sus gadgets tecnológicos que siempre lo sacan de un lío, quitándole el elemento sorpresa y buscando generar en función del plano y la música, el desenlace de una historia que vio su malograda realización antes de empezar.





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