Dreamland

Espacio donde gracias a la todapoderosa web me da la oportunidad y posibilidad de compartir con todos aquellos que lleguen a caer en este blog por azares del destino, escritos, fotos, videos y algunas otras cosas que he realizado sólo o en conjunto con otros cuates. Espero que les guste. Saludos

Hasta que la vida nos separe...

Hasta que la vida nos separe...
Todos los días son día de muertos

16 de enero de 2011

Tron y la fijación de Hollywood por el 3D.



Recuerdo haber visto de niño la película original de Tron aunque no recordaba el desarrollo de la historia así como los personajes involucrados en la misma, sin embargo, las motos de luz es algo que creo que nadie (menos un niño) hubiera pasado desapercibido y junto con unos alucinantes trajes negros con partes de luz marcaron mi infancia de forma importante, y fue hace poco, un par de meses antes de que se estrenara la nueva versión/segunda parte que volví a revivir esta clásica del baúl de mis recuerdos, cosa que me pareció afortunada, tanto por la añoranza como por el obligado comparativo con la secuela que tendría lugar mas de dos décadas después; la cinta original me pareció buena (no pienso entrar en detalles de la historia puesto que no es mi intención analizar esta sino su sucesora) aunque me di cuenta de las limitaciones tecnológicas de la época (se estreno en 1982) que ahora parecen muy lejanas ante tanta invasión visual que hemos recibido, sin embargo, su hermana moderna me defraudó (aunque ya sabía a lo que le tiraba desde el momento que compré el boleto en la taquilla). La historia arranca de la premisa anterior, incluso podemos ver a un Jeff Bridges remasterizado facialmente gracias a las todas poderosas computadoras que tiene fascinados a las grandes distribuidores gabachas, la juventud regreso al actor gracias a un programa similar al que se utilizó en la película de David Fyncher “El curioso caso de Bejamin Button” pero a la inversa, sin embargo el resultado no fue el esperado, la expresión facial no dice nada, los movimientos y gesticulaciones no son naturales, se sienten “robotizadas”, y durante esta primera incursión (oh sí, la aberración juvenil de Bridges vuelve aparecer posteriormente en la película) el personaje, de nombre Kevin Flynn, se despide de su pequeño hijo Sam dejándole una moneda de 25 ctvs. estadounidenses y una frase al aire que a la postre sirve para que, años después, descubra el computarizado destino del padre. Después de la “conmovedora” despedida vemos a un intrépido motociclista recorriendo a toda velocidad las calles y avenidas de una ciudad hasta llegar al edificio de una empresa encargada de desarrollar software de seguridad, esto lo sabemos porque de forma paralela a la vertiginosa secuencia en moto se desarrolla una junta minutos antes del lanzamiento de un software que revolucionara el tema de la seguridad cibernética ya que es imposible de hackear; el joven motociclista entra de forma clandestina en el inmueble y se dirige hacia una sala llena de enormes procesadores de información de los cuales elige uno el cual comienza a manipular a través de una laptop que lleva en su mochila con el fin de boicotear el lanzamiento del programa, secuencia que se lleva a cabo no sin antes aplicar la clásica tensión en el espectador de que el malandrín esta a punto de ser descubierto por un guardia de seguridad; después de implantar el troyano en el sistema y de causar un caos en su debut, el joven huye del lugar no sin antes ser notada su presencia y dando alerta a todos los sistemas de seguridad, total que el joven es capturado y al revelar su identidad se descubre que es el hijo del fundador y líder de la compañía Kevin Flynn. Después de ser capturado, el rebelde Sam descansa en una extraña habitación que no tiene un pared y que nos deja apreciar parte de la ciudad, a esta llega un hombre mayor del que suponemos tiene una relación estrecha con el personaje por como se dirige a él, a través de la plática que sostienen sabemos que es un amigo muy allegado del padre al cual ayudo en vida a desarrollar e impulsar la empresa, a la que ahora, el hijo esta empeñado en destruir, una especie de lección de moralidad, con una invitación a trabajar e impulsar la compañía que tanto odia, “sigue los pasos y el camino de tu padre”, “posterga su legado”, sumados a un extraño mensaje que recibió el hombre por parte de su desaparecido amigo, cosa que le extrañó y creyó prudente informar al hijo de este, mencionándole a su vez que debería pensar que hacer con el local de videojuegos de su padre denominado “Arcadia”; con esto termina el dialogo entre ambos personajes dejando desconcertado a Sam en un final de escena contemplativo (ambos, tanto el personaje como el espectador se quedan mirando la ciudad a través de esa gigantesca ventana). La siguiente parada de Sam es el local de “maquinitas”, el polvo y la fría iluminación hacen ver un dejo de nostalgia en ese pasillo que recorre hasta llegar a la caja de fusibles donde acciona el interruptor que dota de luz todo el lugar, todos los gabinetes de madera que alojan los juegos de video funcionan sin que por ellos hayan pasado más de una veintena de años, el chico, en una especie de mezcla entre recuerdo y lógica extrae de su bolsillo el cuarto de dólar que su padre algún día le regalo y juega una partida hasta ser derrotado, sin embargo, cuando se dispone a dejar el lugar se percata de que debajo de la maquina hay una especie de hendidura, que no nos dice nada, pero al personaje sí ya que intuye que alguien arrastró la maquina, provocando ese zurco en el suelo, por lo que la mueve dejando ver un pasadizo secreto que lo lleva a una cámara en donde su padre trabajaba en un proyecto secreto llamado “The grid”; la fortuita situación de la hendidura y la revelación del cuarto secreto de Kevin es seguida de otra no menos asombrosa, el accionamiento accidental de la maquina que lo transporta a un mundo digital, donde después de ser recogido por una nave es transportado hacia un lugar donde es atendido por unas bellas y espigadas mujeres, quienes comienzan a dotarlo de un traje luminoso azul y un disco que le servirá tanto de arma como de unidad de almacenamiento, objeto que conforme transcurre la película nos vamos enterando de su función y los malvados planes que tiene el villano de la historia con el disco duro “original”. Al finalizar, las doncellas regresan a su lugar de origen para dejar a nuestro héroe en una especie de coliseo cibernético donde miles de programas con cuerpos humanos disfrutan de ver como otros programas se enfrentan por sobrevivir; antes de iniciar el violento evento unos artefactos voladores se encargan de inspeccionar a todos los participantes por medio de un objeto volador que los scannea, aunque al llegar a Sam lo cataloga como inclasificable, en este momento hace su aparición un misterioso personaje portando un casco con un haz de luz anaranjado (que pareciera indicar toda la maldad que se funde dentro de su portador) y un traje con vivos luminosos del mismo color, quien permanece sentado cómodamente desde el palco de honor de esta arena tecnológica. El desafío inicia con una pelea 1 vs 1, los combatientes son separados en unos cajones de cristal, una señal indica el inicio de la barbarie, nuestro ingenuo personaje no tiene la menor idea de que esta haciendo ahí, su rival lleva su mano rápidamente a su espalda y toma el disco que lanza violentamente contra Sam quien con un rápido movimiento lo esquiva percatándose que el puede hacer lo mismo con el disco que también tiene sobre su espalda, los enfrentamientos dan la sensación de estar viendo Matríx, donde nuestro héroe toma conciencia muy pronto de sus habilidades (en este caso el uso del disco y posteriormente la moto), con las que después de sortear algunas dificultades Sam logra salir victorioso; esto llama la atención del personaje sentado en el palco quien manda a traerlo, al llegar se quita el casco y para sorpresa de Sam el que lo porta es su padre, idéntico del que se despidió 20 años atrás, sin embargo algo ha cambiado en él, su candidez ha sido reemplazada con soberbia y maldad, este reta a Sam a un mortal duelo en unas impresionantes motocicletas que dejan estelas de luz que sirve como arma para poder destruir otras, el “juego” consiste en enfrentar un grupo de motociclistas anaranjados contra uno azul (la influencia de George Lucas se refleja en estos colores, solamente faltan los sables de luz); la batalla es visualmente muy atractiva (aunque personalmente siento que es muy rápido el involucramiento de Sam tanto con el disco duro como con la motocilceta) y cumple bien aunque resulte un poco confusa por momentos, al final de esta Sam cae de su moto y un vehículo, que me recordó un poco el batimovil de Christopher Nolan, conducido por una bella joven de nombre Quorra lo rescata y llevándolo a las afueras de la ciberciudad hasta un lujosos departamento instalado en un montaña, donde se encuentra una vez más con su padre, con la diferencia de que por este sí pasaron los años. A partir de este momento la película da un vuelco, Kevin explica a su hijo que el Kevin joven con el que se topo antes es Clu, un programa creado a su imagen y semejanza quien lo ayudaría a crear un mundo cibernético en equilibrio, pero que lo traicionó y lo desterró del reino binario, buscando el exilio encontró ese cómodo departamento alejado de su poder y del ferviente deseo de poseer el disco duro original que porta el Kevinn original en su espalda; aunada a esta fantástica revelación le narró la historia sobre unos programas que tienen la capacidad de salir del mundo cibernético e instalarse en el real y que la bella joven que lo condujo hasta él (Quorra) es uno de los últimos que queda “vivo”, tras contarle este delirante suceso le informa también que el portal por el cual llego pronto se cerrará lo que impediría que regresaran al mundo real, por lo que los tres deben partir de inmediato y alcanzar el transporte que los llevara al portal (sí, todo esto se develó en ese departamento en cuestión de minutos). La película prosigue con las peripecias para sortear obstáculos y vencer enemigos de manos de Kevin, Sam y Quorra, acompañado de las futurísticas melodías del grupo Daft Punk, en un momento Kevin pierde su disco duro y tiene que recuperarlo a toda costa; como se hace obvio el trío logra recuperar el disco duro y logra llegar al portal, sin embargo algo hay que sacrificar y en este caso es Kevin quien en un acto heroico salva a Quorra y Sam de caer en las manos de Clu.
Disney apuesta a la navidad, la nostalgia y el 3D con una película donde situaciones inverosímiles van desarrollando la historia de la misma y que nunca llega a despegar del todo, la sensación de profundidad que debería darle el 3D esta ausente, salvo en breves momentos que tampoco son para echar las campanas al vuelo, aunque este tipo de historias han venido cobrando mayor fuerza en los estudios más poderosos del planeta, apostando a un cine desechable, que no necesita ningún tipo de raciocinio ni invita al cuestionamiento, con historias flojas donde lo importantes es distinguir como se desarrollan las secuencias de acción y quedar deslumbrados ante tantos colores y efectos, Tron se suma a este tipo de películas que además cuentan con presupuestos exorbitantes (más de 100 millones de dólares) que no se reflejan en la historia por lo general, y siendo la opera prima de un director (Joseph Kosinski) que su trabajo se había limitado a interpretarse a sí mismo en algunas series de televisión . En conclusión la película a mi parecer es mala, no creo que llegue a ser incluso de las llamadas películas palomeras puesto que no me generó ninguna expectación o emoción, talvez la secuencia de las motocicletas, tanto la que es inmediata al inicio como la de la batalla sean el elemento más atractivo; el 3D no cumple su propósito, apenas se nota en algunas secuencias pero su uso y empleo es modesto y pudo haber hecho más interesantes muchas escenas de la película, los personajes no transmiten nada y se sienten forzados en su interpretación, ya no se diga del patético resultado del digital rostro joven de Bridges, que al igual que la película no transmite absolutamente nada.


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